Toro reproductor "Palomo" en Jesús del Río, Zambrano, Bolívar. 1914 |
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Adolf Held en 1889 |
Pero la trama de esta historia de esta empresa no se detiene aquí, pues en el año de 1927, procedentes de las extensas praderas ganaderas de Brasil, aterrizaron en estas tierras cuatro vacas imponentes de la mítica raza Nelore, en su pureza más exquisita. En este momento mismo, la chispa del asombroso emprendimiento se encendió, dando inicio a un hato que, para desconcierto y admiración de todos, llegó a albergar, hacia el año de 1956, ¡Ni más ni menos que una impresionante cantidad de más de 15 mil cabezas de ganado!, incluyendo tanto los distinguidos ejemplares de pura sangre como los mestizos que deambulaban por este sagrado suelo colombiano.
Antes
de la llegada del Cebú a la tierra colombiana, las razas criollas de origen
europeo, traídas por los españoles en el lejano siglo XIII, dominaban el paisaje. No obstante, ante la magnificencia demostrada por el ganado
Cebú y la abrumadora influencia que sus cruces con el ganado autóctono
ejercieron sobre los ganaderos, se alcanzó una asimilación prácticamente
de un mayor porcentaje de las razas criollas de ganado. (Según Guzmán, J.E. (1973), para ese año un
tercio de todo el ganado del mundo era cebuino). Esta situacion obligó al gobierno colombiano, establecer granjas dedicadas al cuidado y preservación de estas razas en
peligro de extinción.
La entrada del ganado Cebú en los suelos
colombianos desencadenó un fuerte impacto de dimensiones realmente
significativas, transformando de manera apasionante el paisaje de la producción
en nuestra nación agropecuaria. El Cebú rápidamente se adaptó a las condiciones climáticas y de pastoreo de manera excepcional, lo que dio paso a un incremento palpable en la
productividad y lucratividad de la ganadería. En nuestros días, se puede estimar que más del 95% del
ganado nacional lleva en sus venas, en alguna medida, la esencia del Cebú.
Publicación en el periódico "Ecos del Carmen" |
En
el auge de la “europeización” del ganado en Colombia, se rememora que fue el
general Joaquín Reyes Camacho quien, en 1887, adquirió un ejemplar de la raza
inglesa Devon en Inglaterra (Peñuela, 1909: 248). Por otro lado, José A. Benett se erigió como precursor de
la raza inglesa Durhman, importando el primer toro reproductor entre 1849 y
1950 (Ortiz
Williamson, 1914). A su
vez, el ganadero Enrique París trajo los primeros ejemplares de bovinos
Hereford, una raza que para 1937 el Ministerio de Agricultura colombiano
reportaba su casi extinción.
No
obstante, Julio Barriga sería el pionero de la raza Normanda, importando
reproductores desde Francia en 1877 (Angarita Quintana, 1997: 6). Para el año 1889 el general Pedro Nel
Ospina y la sociedad Ospina Hermanos de Medellín introducirían los primeros
ejemplares de la raza escocesa Aberdeen-Angus, seguidos por la raza Ayrshire en
1910 (Gómez
Picón, 1976; Fedegan, 2003: 18).
La raza suiza Holstein-Fresian, tan apreciada en el ámbito de la producción
lechera, comenzó en Antioquia en el año 1883 (Patiño, 1963).
A diferencia de numerosos relatos
históricos, la trayectoria del Cebú encuentra su contexto en su incorporación
como animal destinado al transporte y labores. A mediados del siglo XIX, esta
raza fue introducida en Jamaica desde la India por los plantadores británicos
de caña. Durante ese mismo período, diversas variaciones de Cebú llegaron a
Estados Unidos, agrupadas bajo el término global de Brahman. (1). En Colombia (Pinzón Martínez, 1984:187), Carlos Eder
inició la era del Cebú en 1901, importando un toro desde Madagascar con el
propósito de cruzarlo con criollos para obtener animales de carga robustos en
la hacienda azucarera La Manuelita, en el Valle del Cauca.
Pero
ese éxito del “Bos indicus”, se convirtió en nefastas preocupaciones que pronto
tomaron forma en obstáculos legales. (Stefania Gallini, 2005). En 1917, la
Revista Nacional de Agricultura, portavoz influyente de la SAC (Sociedad de Agricultores
de Colombia) y voz autorizada en el novedoso Ministerio de Agricultura y
Comercio, retomó las críticas severas de la destacada revista ganadera brasileña
A Estancia. Se afirmaba que el Cebú era "una forma primitiva de animal
que nunca pasó por los procesos racionales de crianza empleados por la
zootecnia".
LA
GRAN PREGUNTA
¿Por qué toda la riqueza que se generó, tanto en el cultivo, la exportación de tabacos como de las extensas ganaderías en los pueblos de El Carmen, San Jacinto, San Juan, Ovejas, Zambrano, Plato, entre otros, además de las industrias y el comercio generado, no se tradujo en tributos que posteriormente se convirtieran en obras de servicios básicos que mejoraran la calidad de vida de estas poblaciones?
(1) Según Mason (1973), Brahman es un nombre “muy inapropiado, ya que se aplica en la India a los toros sagrados brahmini, que a su vez toman su nombre de la casta más alta de la India”.
- OEDING ARROYO, G., Zambrano, cuna del cebú, Cartagena, 1989.
- EL CEBÚ (Colombia) “Jesús del Río, parte de nuestra historia ganadera” Vol. 1, No. 1, 1952, pp. 12-15.
- GALLINI, Stefania.: “El Atila del Ganges en la Ganadería Colombiana”. No. 22. Abril 2005. Universidad Central – Colombia.
- FEDEGAN, “Breve historia de la ganadería colombiana: Desde sus orígenes hasta 1963”, en: Carta Fedegan, No. 83, 2003.
- MEISEL ROCA, A. e Viloria de la Hoz, J., “Los alemanes en el Caribe colombiano: el caso de Adolfo Held, 1880-1927”, en: Cuadernos de historia económica y empresarial, Vol. 1, agosto 1999.
- POSADA CARBÓ, E., “La ganadería en la Costa Atlántica colombiana, 1870- 1950”, en: Coyuntura económica, Vol.18, No. 3, 1988.
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